jueves, 31 de julio de 2014

Retrospectiva íntima.



  Ayer me consultó una Galería de Baires por la posibilidad de venta de unas obras.  Más allá de la emoción que ese tipo de consultas puede producir (¡obviamente!, todavía estoy conteniendo la respiración...), la cuestión práctica (léase: que me preguntaran por las medidas), generó que recurriera a un frenético  revoltijo para poder obtener esa básica información.

  Y como una de las obras era la que fue premiada en la Feria Arte Punta 2013, recuperé en mitad de todo el recuerdo de ese evento que terminó siendo el reinicio de mis muestras tras varios años de "veda", ya que desde el 2007 (cuando expuse en el Salón Blanco del Palacio Municipal de 9 de Julio) no había conseguido espacio alguno que permitiera la entrada a mis chicas desvestidas.




  Parece mentira, pero recién cuando uno se sienta a la distancia a considerar estas fechas, da auténtica impresión.  No tanto por el tiempo en sí sino por la implicancia: uno podría haber desistido ante la contundencia del rechazo, ante la reiteración obstinada del "NO", ante la evidencia palmaria de que con mis chicas no iba a volver a colgar en ningún lado.  

  También es cierto que cuando se abrió la posibilidad de llevar estas dos obras a Uruguay, seguía convencida de que en Buenos Aires no volvería a exponer; que sólo lo hacía porque era fuera de mi país.  Pero no fue así ya que después todo fue destrabándose paulatinamente y recuperé mi participación en el circuito porteño.

  Claro que hay otra explicación a todo esto y que es absolutamente racional:  en esos años de ostracismo pero de continuo y solitario trabajo, mejoré mi obra.  Que antes la rechazaban con fundamento y que esa postura crítica me obligó a evolucionar.  O, como me han dicho, no era tiempo aun de que se vieran.  Que las cosas se dan cuando  deben darse.  Ni antes ni después.  

  Lo cierto es que la cuelga de mis dos Versiones libres y cartográficas... en el Conrad de Punta del Este fue una experiencia gratificante de principio a fin, y que ayer, buscando sus medidas en mi papelerío virtual aunque las tengo colgadas en mi biblioteca -porque la verdad es que carezco de metro y de centímetro y me daba fiaca ir al taller a conseguir una reglita- recuperé el recuerdo y la satisfacción.






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