miércoles, 30 de julio de 2014


Sigo rondando el Tratado de la Pintura de Leonardo Da Vinci, y en la Regla 15 encuentro la respuesta a mi conflicto con los pies (masculinos): “Del engaño que se produce al considerar los miembros de una figura.  El Pintor  que tenga las manos groseras las hará del mismo modo cuando le venga la ocasión, sucediéndole igualmente en cualquier otro miembro, si no va dirigido con un largo y reflexivo estudio.  Por lo cual todo Pintor debe  advertir la parte más fea que se halle en su persona para procurar con todo cuidado no imitarla cuando vaya a hacer su semejante.” (pág. 39)

  Es un hecho: ¡tengo los pies MUY FEOS!  De ahí mi tendencia a hacer los pies masculinos desproporcionados y deformes.  Se ve que con los pies femeninos –por la mayor práctica- logré la reflexión necesaria para superar el mandato inconsciente de mis pies anchos, símil empanada.  Debo seguir reflexionando (observando, estudiando, midiendo) los pies masculinos.  Lo que sospecho va a convertirme en una compañía muy molesta y extraña (más aun de lo habitual).




1 comentario:

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