lunes, 14 de julio de 2014






 La fugaz fantasía épica de que nuestro equipo ganara el Mundial de Futbol se convirtió en atroz  pesadilla con una facilidad que si no fuera porque yo sé que es verdad pensaría que se trata del argumento –un poco trillado-  de un cuento macabro.

  No será la primera vez que uno presencia violencia e irracionalidad por TV, pero cada vez parece más extrema y más absurda.  Y dura más, y mete más miedo.

  Mientras me lamía las heridas por el subcampeonato y amagaba a sonreir frente al montón de familias que en el Obelisco festejaban  la lucha, la dignidad y el mérito que implica un segundo puesto tras haber jugado muy bien el último encuentro, de pronto empezaron corridas, gente colgada de los semáforos, y progresivamente, más y más maldad, más destrucción indiscriminada, robos, saqueos.  Y burla. 
  Un muchacho que roba de un negocio una butaquita roja y se sienta con indolencia en mitad de la 9 de Julio.  Viene un par más, se aproximan a él en postura canchera y triunfal, y se sacan una foto con el celular.  Una selfie del éxito de su barbarie. 
 
  Uno miraba anonadado a la policía actuar como en un film futurista, líneas de hombres con escudo y casco y líneas de motociclistas de a dos, todos en formación y en avance, y un montón de personas rompiendo las veredas para proveerse de cascotes con que repeler el avance de la policía.  ¿Contra qué protestaban?  De nada, porque se los veía alegres y saltarines.  ¿Qué pedían?  Nada, salvo que fuera quedarse con la Plaza de la República y nuestro Obelisco –vaya uno a saber con qué intención-.  ¿Qué se ganó con esto?  Nada.  Nada.  Sinrazón por la sinrazón misma.  Incomprensible y pavoroso. 

  Cerca de la medianoche daba ganas de llorar ver como saqueaban un bar y un teatro (¡un teatro!), y como las ambulancias que acudían a asistir a los heridos eran también atacadas por lo que no podían ni acercarse a cumplir su labor.   ¿De qué se trató todo esto?
 
  Hoy por la radio escucho que se intentan diversas explicaciones: la obvia, que había una finalidad política, que eran barras bravas enviados por vaya a saberse quién; que había un grupo de personas alcoholizadas y drogadas; que la culpa era de la policía (¡!)  porque no actuó antes (¡!) ni lo suficientemente rápido (¡!).  Había montones de familias, con chicos,  festejando cuando comenzó la locura, menos mal que la policía actuó despacio y prudente para preservar a los inocentes.

  Personalmente creo que es otra cosa.  Más profunda y más grave.  Los malos gobiernos, los desmanejos económicos y la destrucción intencional de la educación han derivado en la generación de una subcultura con parámetros diametralmente distintos y hasta antagónicos con los que fueran mayoritariamente propios de nuestra sociedad. 
  Durante los últimos veinte años la marginación y la miseria se profundizó y en los últimos años se las legitimizó (¿qué otra cosa ha sido el dictar una ley que establece el “Día de los valores villeros”?).  Cuando un ministro de la Corte Suprema de Justicia sale a decir que el delincuente no es responsable por su accionar delictivo sino que lo es la sociedad que lo margina (por delincuente),  sólo se puede gritar de impotencia y terror. 
 
  Es evidente que los que han detentado el poder en la Argentina los últimos años han jugado negligentemente con el futuro de la Nación, y que probablemente el daño causado ya no pueda repararse.  Objetivamente, hay dos formas de vida, dos idiomas, dos maneras de entender los derechos y las obligaciones, instaladas en el país.  Dos idiosincrasias que se vuelven más y más irreconciliables. Un “ellos” y un “nosotros”. Un bando con resentimiento visceral  y convicción de que por la fuerza y la violencia puede obtenerse todo, hasta lo que no se merece.  El otro bando aterrorizado y reducido a instinto animal de preservación,  que solo tiende a defenderse  de un modo más irracional que su atacante.  Un odio mutuo que se acrecienta  y se desborda. ¿Cómo pudimos permitir que nos hicieran esto?
                                                           



 
 


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