miércoles, 2 de julio de 2014

Sobre escobas y cuestiones domésticas.

  Estaba dispuesta a intervenir la escoba para la convocatoria de octubre en la UBA con la convicción de que sería cuestión de unas pocas horas y más oficio que esfuerzo.  Dicha convicción estaba sostenida por mi inexperiencia en el asunto de las intervenciones y el olvido de que la tri-dimensión es cosa de escultores y no de dibujantes.

  Yo, con la idea, estaba lo más satisfecha:  escoba con máscara, nombre de brujas en el palo, algo de cartapesta al final para equilibrar el peso de la cabeza.  En eso avanzaba con entusiasmo cuando alguien sensatamente –aunque sin prestarme mucha atención- me cuestionó ¿cómo la vas a colgar?  Y ahí detuve las rotativas y me enfrenté a un problema en el que no había reparado.  Mi Escoba Enmascarada quedó stand-by…


  El asunto de la cuelga es importante en cuanto quiero que los nombres en el palo puedan ser leídos por el espectador que se interese en el detalle.   Los nombres son nombres de personas reales que fueron acusadas de brujería y asesinadas por ello.  Más allá del pintoresquismo de mi cachivachezca escoba, algo más interviene el objeto: la verdad.  Las máscaras y la verdad siempre van de la mano, ¿quién soy yo para escindirlas? 

  Así que si la cuelgo con el cabo para abajo, para el costado, para arriba o en diagonal , eso modifica el criterio de escritura.  Pero hay más: no tengo ni idea como sujetarla para colgarla.  Y ahí quedó, mirándome mientras la miro,  pensando  un soporte y un ángulo para poder concluirla.  


  Una de mis voces me recuerda que tengo cosas más importantes que hacer, que era mi intención formar parte de un evento en el Centro Cultural Borges  (a principios de octubre) y en una muestra en la Universidad de Tres de Febrero  sobre la violencia de género (noviembre) y que nada tengo listo para ello; que probablemente viaje al exterior a fines de agosto con lo que mis tiempos son más escasos de lo habitual, y que el asunto de la escoba se está volviendo excesivo.


  Pero mi escoba me remite a mis Brujas de Ragnarök.  Y no puedo evadirme de la atracción de hurgar entre libros y papeles, buscando información, cotejando data, confeccionando listas, elaborando ideas que se vuelven imágenes posibles y retorno a revolver fotos, buscando modelos, cotejando aproximaciones, confeccionando bocetos esquemáticos, elaborando ideas a las que le falta un detalle, y vuelvo  a revolver libros, buscando un dato... in aeternum.

   

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