domingo, 6 de julio de 2014

Sorcière, Hexe, Zauberer, hechicera, strega, troll, taltos.   Brujas.


“In 1985 the German village of Gelnhausen, a village that had immured witches in its tower, decided to make a tourist attraction of the old “Witches Tower”.  But on the day that it was to open to the public, a group of women surprised the townsfolk by staging a protest.  Dressed in white, they walked around the tower carryng placards with the names of those killed there long ago; the last placard read: “We will remember the names of those who died.”
This book has been an effort to remember the names of those who died across Europe.  So far, few have said, “Yes, these things really happened.”  And no one has yet said, “They will never dare to happen again.”
Anne Llewellyn Barstow  Witchcraze – A new history of the European witch hunt Epilogue, HarperCollins Publishers San Francisco 1995, pág. 167

("En 1985, el pueblo alemán de Gelnhausen, que en su tiempo habían encerrado en su Torre a las personas acusadas o procesadas por brujería, decidió convertir este lugar en una atracción turística “La Torre de las Brujas”. Pero el día en que iba a abrirse al público, un grupo de mujeres sorprendió a la gente de la ciudad organizando una protesta. Vestidas de blanco, caminaron alrededor de la torre portando carteles con los nombres de las mujeres  que habían  muerto allí; el último cartel decía: "Vamos a recordar los nombres de los que murieron.".
Este libro ha sido un esfuerzo para recordar los nombres de aquellos que murieron en toda Europa. Hasta ahora, pocos han dicho: "Sí, estas cosas realmente sucedieron." Y nadie ha dicho: "Ellos nunca se atreverán a  que suceda  otra vez.")


“Desde la más remota antigüedad han existido seres diabólicos expertos en brujerías, filtros mágicos y otros encantamientos; se les menciona en el Código de Hammurabi,  a comienzos del segundo milenio a.C., en la cultura egipcia, en los tiempos de Asurbanipal en el siglo VII a.C.,  y en la Biblia, donde se habla de la lapidación de nigromantes y adivinos.  La cultura griega conocía magas como Medea y Circe, en las leyes romanas de las Doce Tablas se condenaba la magia negra y en la literatura latina hallamos testimonios como los de Horacio y Apuleyo.
Desde los inicios, aunque se reconociera que la magia negra era practicada tanto por hombres (los brujos) como por mujeres (las brujas), por una especie de misoginia arraigada se identificaba preferentemente al ser maléfico con una mujer.  Con mayor razón en el mundo cristiano, la unión con el diablo sólo podía llevarla a cabo una mujer.  De hecho, en la Edad Media ya se menciona el aquelarre como una reunión diabólica en la que las brujas no solo se dedican a hacer encantamientos sino que organizan incluso auténticas orgías, manteniendo relaciones sexuales con el diablo bajo la forma de un macho cabrío, símbolo de la concupiscencia.  Por último, la imagen de la bruja que cabalga a lomos de una escoba (aunque luego se transforma en la figura benéfica de la Befana) representa una clara alusión fálica.”
Umberto Eco, Historia de la Fealdad,  Random House Mondadori SA,  Turin 2007, pág. 203


El hombre o la mujer que sea nigromante o adivino, morirá sin remisión  Serán lapidados y su sangre caerá sobre ellos.
Levítico 20,22


Bula del papa Inocencio VIII Summis desiderantes affectibus, 1484: “Hace poco ha llegado a nuestros oídos, con gran pesar por nuestra parte, que en algunas regiones de Alemania… personas de ambos sexos, olvidadas de su propia salvación y alejadas de la fe católica, no temen entregarse carnalmente a los diablos íncubos y súcubos, dar muerte o dañar a la progenie de mujeres, animales, frutos de la tierra (…) por medio de encantamientos, hechicerías, conjuros y otras execrables prácticas mágicas (…)  En el deseo de velar, como nos impone nuestro cargo, con oportunos remedios, porque el azote de la herética iniquidad no difunda sus venenos en perjuicio de los inocentes, se autoriza a los inquisidores antes mencionados Sprenger y Kramer a que ejerzan el oficio inquisitorial en aquellas tierras, que puedan proceder a la corrección, encarcelación y castigo de aquellas personas de los excesos y crímenes mencionados, en todo y por todo…”


Del Malleus Maleficarum de los Inquisidores Dominicos Sprenger y Kramer : “En conclusión, todas estas cosas nacen de la concupiscencia carnal que en ellas es insaciable (…)  No hay que extrañarse si entres quienes están infectados por la herejía de las brujas hay más mujeres que hombres (…) ¡Bendito sea el Altísimo que hasta ahora ha preservado al sexo masculino de tan grave delito!”


 “R. I. Moore demonstrated how the European state became an organ of persecution, how, in the eleventh and twelfth centuries,  European governments began, for the first time, to identify groups as enemies of the state –heretics, Jews, lepers, homosexuals- and to create the myths that would enable rulers to destroy those group.  Observing that there have been two major periods of persecutions in Europa since, the sixteenth and seventeenth centuries (the witchcraze) and the twentieth (the Holocaust), Moore states that intolerance “became part of the character of European society”  (R. I. Moore, The Formation of a Persecuting Society: Power and Deviance in Western Europe). (…) 
  At Trier between 1587 and 1593, for example, under the direction of the Jesuit demonologist Peter Binsfeld, 368 witches were burned from twenty-two villages, a hunt so devastating that two villages were left with only one woman apiece.  The abbot of Fulda was responsible for the deaths of over 700 witches at the beginning of the seventeenth century.  A particulary vicious outbreak occurred at Ellwangen, where 390 persons were burned between 1611 and 1618.  The Teutonic Knights ordered the deaths of 124 in just two years, 1628 to 1630.  In the conventual land of Quedlinburg, 133 witches were executed on one day in 1589.  At Eichstätt, 274 persons were burned at the stake apparently in on year, 1629. (…) 
 The Holy Roman Emperor… decreed in 1532 in the “Carolina” code that malevolent witchcraft could be determined by judicial torture and was punishable by death, specifically death by fire. (…)
  The transfer of these actitudes and practices from heretics to witches is seen cleary in the work of Kramer and Sprenger, authors of the Malleus Maleficarum, Dominican inquisitors armed with papal authorization to purge Germany of witches.  Defining witchcraft as treason against God, the authors described is primarily as female rebellion.  Using stereotypes of woman already familiar from the centuries of heresy hunting, they set out to demonize certain types of women: witches make a pact with the devil and have ritual sex with him; they sacrifice unbaptized infants, changes shapes, fly through the air, cook and eat children, render men impotent, even cause a priest´s penis to disappear.  The document reek with fear and hatred of women, concluding with thanks to God “who has so far preserved the male sex from so great a crime”. (…)
  In the duchy of Lorraine… during 1580 at 1630, the exact period of concentrated persecutions (…) the chief  judge, Nicolas Remy… concluded that witches were usually females “because the rabble of witches is chiefly composed of that sex with, owing to its feebleness of understanding, is lest able to resist and withstand the wile of the devil”.

Anne Llewellyn Barstow   Witchcraze – A new history of the European witch hunt, HarperCollins 
Publishers San Francisco 1995,  págs.  39/ 59 /61/ 62.

("R. I. Moore demostró cómo el Estado Europeo se convirtió en un órgano de persecución, cómo, en los siglos XI y XII, comenzaron los gobiernos europeos, por primera vez, a identificar por grupos a los enemigos de los estados -herejes, Judios,  leprosos, homosexuales- y crear los mitos que permitirían a los gobernantes aplicar políticas para destruir a esos  grupos. Observando que se han producido dos grandes períodos de persecuciones en Europa, la de los siglos XVI y XVII (la caza de brujas) y la del siglo XX (el Holocausto), Moore afirma que la intolerancia "se convirtió en parte del carácter de la sociedad europea" (R. I. Moore, La  formación de una Sociedad Persecutora: Poder y Desviación en Europa Occidental). (...)
En Trier entre 1587 y 1593, por ejemplo, bajo la dirección del jesuita Peter Binsfeld , 368 brujas fueron quemadas en veintidos aldeas, una caza tan devastadora que dos pueblos se quedaron con sólo una mujer cada uno. El abad de Fulda fue el responsable de la muerte de más de 700 brujas a comienzos del siglo XVII. Un brote particularmente masivo ocurrió en Ellwangen, donde se quemaron 390 personas entre 1611 y 1618. Los Caballeros Teutónicos ordenaron  la muerte de 124 mujeres en sólo dos años, desde 1628 hasta 1630. En la tierra conventual de Quedlinburg, 133 brujas fueron ejecutadas en un día de 1589. En Eichstätt, 274 personas fueron quemadas en la hoguera al parecer en el año de 1629. (...)
El emperador del Sacro Imperio Romano ... decretó en 1532 en el código "Carolina" que la brujería podría determinarse mediante  la tortura judicial,  y se castigaba con la muerte, específicamente la muerte en la hoguera. (...)
La transferencia de estas  actitudes y prácticas de los herejes hacia las brujas se ve claramente en el trabajo de Kramer y Sprenger, autores del Malleus Maleficarum, inquisidores dominicos armados con autorización papal para purgar a Alemania de las brujas. Definen a la brujería como una traición a Dios, la que los autores describen básicamente como una rebelión femenina. El uso de los estereotipos de la mujer ya familiares a través  de siglos de caza de la herejía, se aplicaron para demonizar a ciertos tipos de mujeres: las brujas hacen un pacto con el diablo y tienen sexo ritual con él; sacrifican  niños no bautizados, cambian de forma, vuelan por el aire, cocinan y comen  niños, hacen que los hombres se vuelvan impotentes, e incluso causan que el pene de un sacerdote desaparezca. El documento huele a  miedo y  odio hacia las mujeres, y concluye con un agradecimiento a Dios "que ha conservado hasta ahora al sexo masculino de tan grave delito". (...)
En el ducado de Lorena ... durante el 1580 a 1630, el período exacto donde se concentran las  persecuciones (...) el juez Nicolas Remy ... llegó a la conclusión de que las brujas eran por lo general mujeres "porque ellas se interesan principalmente en el sexo y, debido a su debilidad de entendimiento, no pueden resistir ni soportar las astucias del diablo ".)




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