miércoles, 24 de septiembre de 2014




   Pese a todo un día de trabajo aplicado a corregir los daños de la caída, sólo logré igualar la altura y la posición de las dos mitades de la máscara, pero no pude acercar los bordes de la punta de la nariz y del labio.  ¿Que pasó?  ¿Una de las mitades se achicó?  Si era una única máscara de plástico que corté por la mitad antes de trabajarla, ¿por qué ahora parecen tener distinto tamaño?  




   Tengo dos opciones: o tiro todo al diablo, lo que me tienta pero me apena, porque el resto de la obra me gusta mucho; o busco un "algo" que pueda agregarse y generar una razón para que de la punta de la nariz hacia la boca se abra la línea divisoria,  expandiéndose ¿hacia? y ¿para qué?  ¡¡Qué fastidio!! 

  Si no hubiera dejado el políptico en mi taller (¿y dónde podría haberlo puesto?), donde por esos misterios inconmensurables del cosmos hay una enorme cortadora de césped que nadie usa pero que logra, invariablemente, provocar un tropiezo y una caída tres veces por semana, yo no me hubiera derrumbado sobre el tablero, éste no se habría ladeado  abismalmente volcando la pila de carpeta que había sobre él encima de mi precario caballete, el que se fue en caída libre sobre la mesa donde estaba el par de bastidores con las dos mitades de máscara con sus pompones azules, los que volaron por los aires para caer, digamos, MAL.

   Dante estaba totalmente equivocado.  El camino al infierno no lo empiedran las buenas intenciones sino todos los "Si... " que constituyen la carga insoportable de nuestra conciencia inútilmente especulativa.


  En un puro alarde de masoquismo, para meterme más presión (¡cómo si hiciera falta!) me dediqué a perder el poco tiempo que me queda para solucionar el daño en mis medias máscaras buscando en la web como viene la acción de prensa y difusión de la 2da. Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Argentina, evento a dónde debería ir mi Portal en buenas condiciones...






































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