martes, 23 de septiembre de 2014


   Cuando recibí ayer el flyer de difusión (eso que antes llamábamos por estas tierras un volante o afiche publicitario) y el programa de actividades de la 2da. Bienal Internacional de Arte Contemporáneo  de Argentina tuve, literalmente, un ataque de nervios.  No porque no tuviera presente las fechas sino porque con mi personal teoría del timing ayer era apenas 22 de septiembre y yo tenía que tener todo listo recién para el 30. 

   Pero con este recuerdo inesperado las cosas se me aceleraron, sentí la lógica presión que debe sentirse en estos casos y tome conciencia de que, todo muy lindo, pero tras el “pequeño” accidente (¡habitual!) en mi  demasiado chico y poblado taller uno de los fragmentos enmascarados de mi políptico se había chuequeado espantosamente y ya no coincidía con la otra mitad de máscara que debía componer en el montaje. Esto había pasado hace días, yo tenía presente que debía arreglarlo o camuflarlo o inventar alguna versión que disimulara el defecto. Pero eso requería pensar en la cuestión y venía negándome a ello.  ¿Por qué?  ¡Qué sé yo!  Andaría a la espera de la correspondiente “inspiración”.  Citando a Serrat en la versión a dúo con Sabina: “las musas han pasado de mí, -han pasa´o de ti-,  andarán de vacaciones…”

   Ayer incautamente abrí el mail, comprendí que mi margen de acción se había reducido drásticamente, entré en pánico y, como corresponde a cualquier psicótico que somatiza, me pasé el resto del día absolutamente enferma.

   Hoy hice acopio de coraje, sentido común y resignada voluntad y me dispuse a arreglar el estropicio y a ocuparme seriamente de conseguir los pitones y soportes necesarios para poder colgar el conjunto.  Aunque aquí siga la veda de clavos, debo alistar cada pieza para que pueda colgarse y, que al hacerlo, cada bastidor quede paralelo a la línea de la pared porque si no el efecto de la figura conjunta se vería alterado por los desniveles. 

   No me divierten particularmente estas cuestiones logísticas.  Por un lado, a que negarlo, ¡soy tan torpe!; cuando juego con tenazas, pinzas, destornilladores y martillos acabo destrozándome las manos sin lograr jamás colocar ni un clavo ni un tornillo derecho (a más de quebrar las finas maderas de pino de los bastidores).  Por otro lado, lo que es más grave, me distraigo terriblemente pensando en nuevas posibilidades de lo que sea mientras sea algo distinto a lo que tengo que hacer. Cuando debería abocarme a ver como hago para colgar derecha una obra estoy absolutamente interesada en utilizar algo que rompí o algo que encontré en esa tarea para realizar otra obra que hasta ese momento no tenía la más mínima concepción en mi cerebro pero que de pronto es la única razón de mi existencia. 

   Supongo que un psicólogo le pondría nombre de síntoma a mi errático patrón de conducta.  Para él sería una patología de manual, para mi es mi realidad normal y no tengo más remedio que enfrentarla. El tic-tac, tic-tac de los plazos me acompaña como música de fondo.  En fin, habrá que  ponerse a trabajar…












No hay comentarios:

Publicar un comentario