domingo, 28 de junio de 2015

     Bandeja Enmascarada #7








     Descargo de culpabilidad: Las plumitas blancas del tocado eran parte del souvenir de una boda en la que actué como algo así como una madrina (en un culto extraño, de esas seudo sectas evangélicas que bien no se saben de qué van – la pastoratenía rastas y calzas de leopardo, así que no me adentré a cuestionar credos ni filosofías-), pero como ellos están más cerca del divorcio que de las bodas de algodón supongo que reciclarlas en un detalle de la #7   no es del todo desleal.



      Aclaro: no estoy hiriendo susceptibilidades ajenas. Sé que ellos nunca llegarán a este blog, porque me conocen en mi otra vida, en esa en que juego en un plano absoluto de normalidad al punto que quién me trata en virtud de mi trabajo civil me incluye en sus propias celebraciones familiares.  Ellos ignoran por completo quién está detrás de la máscara con la que me ven desde hace casi veinte años (¿tendrá algo que ver esta afición mía con la vida externa que llevo? Otro tema de terapia que jamás habré de tratar…).  









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