Para un artista sin galerista, sin
dealer, ni representante, ni agente de
prensa, ni publicista, ni coach, ni community manager ni cualquiera de los
múltiples sucedáneos contemporáneos, la faena de decidir, organizar y llevar a
cabo la difusión de su obra es un extra que requiere que adquiramos
conocimientos y técnicas ajenas a nuestro oficio.
Web
mediante, el estar más o menos informado es algo simple luego de aprender como
armarse una buena cadena de contactos y un menú de sitios especializados en los métiers d´art. Una vez que se escoge a los
referentes con mejor data, será cuestión de seguirlos en twitter y con un rato que le dediquemos a última hora del día podremos tener una idea de que se viene
cocinando en el mercado de nuestro interés.
El haber
participado en eventos que te incluyeron en catálogo impreso con mención de
mail de contacto, hace que por otra parte te lleguen gacetillas de galerías y dealers que convocan a distintas actividades.
El suscribirse a las revistas on line de arte cierra todos los frentes
necesarios para mantenernos al tanto del who's who y de qué es lo que está
pasando ahora mismo afuera de las paredes de nuestro taller.
Satisfecha con simpleza práctica nuestra necesidad informativa,
viene el paso siguiente que es el decidir que propuestas aceptar o a que
actividades incorporarnos a fin de que nuestro trabajo se dé a conocer o que la
experiencia potencie nuestra calidad profesional. Y eso ya es un poco más complejo, porque
surge la divergencia de tener que analizar la seriedad y mérito de la opción
por un lado mientras que por otro, mas prosaico, considerar si podemos
permitirnos tal gasto. Porque -¿ya lo he
dicho?- el artista es el que solventa en forma completa, exclusiva y solitaria
su carrera. Cada paso que damos implica
romper el chanchito y, lamentablemente, nuestra alcancía porcina no tiene el
don de reproducir los peces y los panes por si sola.
Voy con
el caso concreto de las propuestas que han llegado a mis manos en las últimas cuarenta y
ocho horas y que me encuentro analizando.
Por un lado, a mi mail de Hotmail (por lo que
deduzco que mi dato lo sacaron de un catálogo de alguna muestra vieja, ya que
es el que menos uso) me llega la invitación a la Feria de Arte que se
desarrolla en la Ciudad de Rosario,
Provincia de Santa Fe, Arte Ro (www.rosarioarte.com).
A la vez, a mi mail de Gmail (vinculado a este blog,
por lo que imagino que me identifican como potencial “cliente” por este diario de artista) me llega la
propuesta de integrar un libro de arte contemporáneo (pego textual parte del
mensaje recibido):
“I visited your portfolio and I liked your
work, so I would like to invite you to submit art for inclusion in
"Current Masters”, a leading juried annual art publication presenting
noteworthy artists from all over the world. Please note that there is an
inclusion fee if you are approved. We
have a large distribution and the purpose of the book is to promote the artists
in it. Besides delivering it for free to galleries, art collectors, museums,
libraries etc, we distribute thousands of free copies to all visitors and
exhibitors in art shows like Red Dot in Miami, New York Art Expo and
more. As a result, the artists in our books are approached by many
galleries to exhibit their art. Only
artists who are up to the standards of our art committee are selected. If you are
interested, I can send you more information or you can go to our
website wwab.us …”
Caprichosamente, o por
puro respeto a la simetría del universo, ambas propuestas tiene en apariencia
el mismo costo para mis bolsillos. Un
stand chico (unos 7 metros lineales entre las tres paredes) cotiza a unos
10.500 pesos, mientras que media página en la publicación de Current
Masters son unos 780 dólares (unos 9.400 pesos).
Obviamente, participar en una feria implica algunos extras: luces en el
stand –las incluidas son invariablemente insuficiente-, mesas o sillas
accesorias, la necesidad de imprimir folletería o catálogos para distribuir en
el evento, y tratándose de una feria fuera de mi lugar de residencia, los
costos de flete para traslado de obra y de mi hospedaje durante la celebración
del evento. O sea, que probablemente lo
de Arte
Ro supere una inversión de veinte mil pesos.
Pero también hay que considerar posibilidades de
recuperación de lo invertido a corto o mediano plazo. Y en las ferias –se supone- hay más chance de
vender en concreto si uno lleva obra pequeña y barata (lo que no es mi caso, al
menos hasta que termine mis doce bandejas).
Pero, aunque se pudiera vender –lo que siempre es difícil y excepcional-
recuperar veinte mil pesos es una meta muy poco probable.
A la hora de ver el efecto de difusión, es obvio que
lo impreso en papel sigue siendo un medio de propagación en progresión
geométrica. Los libros se conservan y
siempre puede darse la casualidad de que alguien lo abra y curiosee en su
interior. Una publicación en un país
como EEUU, con tan alta densidad de población, es asimismo casi una garantía de posibilidad
de acceder a un eventual público mayor.
Las ventas derivadas de este tipo de publicaciones son –hasta donde sé- inexistentes pero a nivel currículum a largo plazo tienen cierto peso.
A la vez, poder conseguir y remitir un pago
en dólares fuera de la Argentina es tarea excesivamente complicada, que puede
frustrarse a medio camino (además de que con nuestros tres o cuatro tipo de
cambio distintos nunca se sabe bien cuanto se está pagando en realidad;
previsibilidad que le dicen). O sea,
tomar una decisión fundada sigue teniendo un margen de álea que si uno no es de
acá y está acostumbrado puede resultar bastante desquiciante.
Personalmente, ninguna de las dos opciones me tienta demasiado, ya que
me parece mucho dinero para ninguna cosa particularmente interesante. Si me ha interesado enviar solicitud para la TIAF
London 2015 – The Independent Art Fair London (http://www.tiaf-london.co.uk/).
Si me seleccionan para el evento (octubre de
este año) si valdrán la pena los gastos que deriven de poder concretar el envío
de mi obra. Hasta entonces, participar
no ha tenido ningún costo. Como reza el
saber popular, hay que elegir que batallas librar si uno aspira –aunque
sea remotamente- a ganar la guerra. A la
TIAF postulé a mis Bruja:
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