sábado, 6 de junio de 2015

     Preguntas retóricas.


     -¿Y por qué necesitás ser original todo el tiempo?- me pregunta, dándole a “original” una entonación despectiva que hizo que sonara significando “estúpidamente extraña”.  Podría haberla insultado.  Ultima novia recién salida de la pubertad de un viejo verde que gusta de coleccionar ex esposas cada vez más jóvenes.  Quizá la pregunta real era por qué yo permitía esa ficción de amistad prolongada año tras año pese a nuestro ostensible antagonismo.  Pero es cierto, la gente es rara, yo soy rara, el sentimentalismo me inclina a conservar los presuntos amigos de la juventud, sobre todo aquellos a los que me vincula una total antipatía que hace disculpable que con él se tome licencia mi buena educación.

     La miré intentando que se me reflejara el desprecio por toda la cara y le respondí con amabilidad de mujer mayor paciente ante cría idiota:

    -Por qué soy artista.  Se supone que ser original es uno de los requisitos básicos para obtener la credencial y mantener la matrícula.

     Lo tomó literal -¿a quién le extraña?- y negando con su cabecita insistió en hacerme entender: 
-Está bien que hagas cosas originales, pero una vez que hacés una, sobre esa idea podes hacer variaciones.  ¿Para qué hacer todas las máscaras distintas?  Hacés una y el resto es la inicial pero cambiando el color o algunos detalles.

     Ella lo decía en serio; su novio cincuentón contenía la risa refregándose la nariz como si estuviera con un ataque de alergia; yo quería ahorcarla pero mi adiestramiento de anfitriona me impedía la reacción.  A ella le había gustado la máscara con los flequitos, la #3, pero había comentado que si en vez de calas tuviera margaritas, y más amarillos que dorados,  combinaría perfecta con los almohadones de su sofá. 



     Ella estudiaba diseño y algo relacionado al branding institucional y corporativo.  Acabará trabajando en publicidad como todos.  Dicen que es brillante, una auténtica promesa.  Perdonen que tenga mis reservas.


     ¿Cómo llegué a someterme a esta situación?  Ya recuerdo: les dejé ver en mi taller los avances de la Bandeja Enmascarada #5 y comenté la idea que me obsesiona para la #6:  que la máscara ya no esté adherida a la bandeja, sino en el aire y  por delante de ella. Una idea encantadora pero que todavía no se me ocurre como concretar en la práctica.  Suspiré confesando mi temor de que no pudiera cumplir con el desafío de hacer doce bandejas: doce ideas distintas y originales quizá estaba más allá de mis posibilidades.  Puede que el comentario de la cría fuera con intensión de consolarme y alentarme.  Quién sabe.  El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones.






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