sábado, 20 de junio de 2015

     Problemas logísticos y aprontes de la  Bandeja Enmascarada # 7.



     Hace unos días otra artista se quejaba en Twitter porque los lápices negros Faber-Castells están retenidos en aduana y que probablemente demorarán aun dos meses más para llegar a la venta minorista.  ¿Qué mal hemos hecho para merecer que ni lápices para dibujar tengamos?  Realidades de este bendito país.  En estos momentos de revoltijo político y fanatismos varios, salen presuntos “nacionalistas” de manual anacrónico a exigir que usemos materiales locales,  que “hagamos patria comprando industria argentina”.

     Yo, que soy una artista de muy bajo presupuesto, por lo general compro nacional porque me hallo obligada a comprar lo más barato aunque no sea lo de mejor calidad.  Pero desde hace meses que no consigo la pintura con relieve dorado que suelo usar en mis máscaras, no porque sea importada sino porque no hay envases de plástico para fraccionarla.  No sé si por insumos externos o por los paros y  el trabajo a reglamento derivado de las inconclusas paritarias salariales.  O, sencillamente, porque a falta de rentabilidad los que fabricaban los envases bajaron la persiana y se dedicaron a otra cosa.  Pero, entretanto, media docena de obras sin terminar por falta de la dichosa pintura dorada que no puedo reemplazar porque ya había trabajada con ella y la simetría y la estética coordinada son mi karma.



      Ayer fui a comprar las bandejas restantes para terminar mi docena propuesta.  Son bandejas de fibro-fácil, de absoluta manufactura local (hasta barrial diría sin ser peyorativa).  Pero no había más.  ¿Cuándo van a entrar de vuelta?  El encogimiento de hombros de la vendedora y su falta de entusiasmo me convencieron que seguramente nunca.  Salí como desesperada a buscar las necesarias (cinco más, ya que siete había logrado comprar en dos tandas previas) por todos los locales de artesanía de zona sur.  No, de esas no había en ningún lado.  ¿Las puedo encargar?  No.  ¿Mandar a hacer especialmente? No.  Tuve que consolarme en comprar otras, de modelo similar pero diferentes: de centro cuadrado pasé al óvalo.



     Pero lo sorprendente es que en un lapso de ¿cuánto?, ¿veinte días?, pasara de pagar cada una 42 pesos a pagar 80 pesos por unidad.  Dios santo y sus anexos: imposible prever gastos y sanear mi economía.  O compraba las cinco faltantes en el acto o ni eso me aseguraba: sólo  quedaban esas mismísimas cinco en el negocio y no me aseguraban reposición.  Resignada a achicar gastos en otros rubros me las traje al taller.


     Así será que mi serie enmascarada tendrá mixtura de soportes. No era la intensión pero la realidad se impone.  Y se hace lo que se puede.





     Ya aprontando la idea de la # 7 fui por algunas máscaras de plástico al cotillón donde suelo comprar.  Nuevamente, escasez de mercadería y lo que habían traído era más feo y tosco que lo anterior.  Escogí una  que al menos tenia los agujeros de los ojos a la misma altura



      Boceté el rostro de fondo de bandeja con lápices de colores y rescaté el palito de un plumero viejo para montar la estructura.  En mi cabeza luce bonito, veremos cómo queda al final…







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