sábado, 30 de agosto de 2014

























  Estoy sentada en el Starbucks de la esquina del Hampton Inn Manhatan - Madison, 116 West 31st Street, New York, tomado la misma dosis exagerada de machiatto caramel de siempre.  Un viaje de más de doce horas de vuelo para estar bebiendo el mismo café que en Buenos Aires.  ¿Cómo se llama eso?  ¿Globalización?  ¿Costumbres arraigadas?  ¿Adicción a la cafeína?  Lo ignoro.  Pero no puedo hacer el check in en el hotel por que las habitaciones todavía no están listas y me duelen demasiado los pies para seguir deambulando por la ciudad con mis botas de invierno porteño.  

  Mientras sobrevive la batería de mi notebook subo capturas de pantalla.  La distancia propende a la nostalgia o los pies hinchados alientan pasatiempos sedentarios.



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