La necesidad
de hacer espacio en mi biblioteca me llevó a emprender una exhaustiva limpieza
de la mesa de mi computadora (convirtida en estante de libros), tirando un
montón de disquetes y cds que ya no tienen razón de ser ni lector idóneo en los aparatos actuales. Pero en mitad de esa faena di con un viejo cd
que editó en el año 2000 la revista Museum. Un cd que jamás reproducí porque mi compu de
entonces era absolutamente carreta y me daba vergüenza reconocerlo y pedir
auxilio técnico. Pecados de juventud.
Hoy, catorce años después, veo por primera vez el
contenido del cd. No es que no conociera
las imágenes o el texto de mi currículum que iba a contener, ya que yo se los
proporcioné en su tiempo al editor. Pero
me sorprendió la crítica de mi trabajo hecha por Andrés Bardon. Crítica
gentil y sospecho generosa, ya que por entonces éramos amigos y yo había realizado
algunas muestras bajo su organización a través de The Pictorial Bardon Group.
“Los
trabajos de Gabriela Farnell, mediante un vertiginoso surrealismo de cuidado
rigor técnico, se constituyen a partir de una densa trama de variaciones
alrededor de la imagen de una sola mujer.
Esta mujer sin rostro y acaso sin tiempo, deambula lánguidamente por los
diversos escenarios que tiñen su presencia con
las únicas referencias espaciales
que justifican y nombran su existencia.
En una desnudez de profunda sensualidad, el cuerpo femenino puede ser
una Eva en un universo caótico de planetas, de estrellas y de tiempo; la fantasía de un hombre que se desdobla
inevitablemente o el objeto del deseo
que se pierde inalterable en otra mujer
o en si misma: en la obras de Farnell no hay rostros, sólo un instante
cierto. Ese instante grabado en las
escenas sin pasado ni porvenir no es menos que eterno y es así como estas
mujeres paradigmáticas, diosas absolutas de los sueños y de las formas que las
rodean, liberadas de todo prejuicio y de mandatos históricos o sociales, están
condenadas mágica e irónicamente en la eternidad de un tiempo que se ha perdido en sí mismo
irremediablemente.
Por Andrés Bardon.”
Catorce años
es mucho tiempo. Era antes de mis mapas,
mis plagios y mis salvajes
mixturas. Pero encuentro algunas
constantes: la languidez, los desnudos y la falta de prejuicios. Evidentemente, era y sigo siendo yo. Qué bien.
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