jueves, 8 de enero de 2015

Brevísima nómina de autodidactas (o de personas con muy pobre formación académica).



     Más allá de lo dicho, en las artes visuales el autodidacta es tradicionalmente habitual, y que, aun pese a ese “estigma”, llegue a  alcanzar reconocimiento y trascendencia internacional.  Los casos de Van Gogh y de Gaugin son  ejemplos de cajón: ambos comienzan a pintar pasados los 35 años, sin formación previa en la materia y abandonando una vida por completo dispar (uno pastor, otro agente de bolsa).  Eduard Munch sí tenía formación pero en el área de la ingeniería. Jean-Michel Basquiat comenzó su carrera artística sin conocimientos técnicos mientras vivía en las calles de Nueva York.  El lugar de todos ellos en la historia grande del arte es incuestionable.

    Pero la auto-educación con resultados exitosos se ha dado también en otras áreas: Michael Faraday con escasísima instrucción formal (a los 14 años entró como aprendiz a un taller de encuadernación) se convirtió en uno de los científicos más influyente de la historia, con significativos descubrimientos en materia de electromagnetismo y electroquímicaEinstein era uno de sus  grandes admiradores, quién, según se cuenta, tenía el retrato de Faraday en su estudio junto al de Isaac Newton.

      Es en el ámbito de las letras donde también se torna fácil encontrar concretos ejemplos de que no existe una currícula oficial de estudio que asegure alcanzar la excelencia sino que el talento es algo anterior a la educación formal. La de Jorge Luis Borges se interrumpió apenas terminado el bachillerato, y sin embargo pudo ser el autor de:

“Nadie rebaje a lágrima o reproche
Esta declaración de la maestría
De Dios, que con magnífica ironía
Me dio a la vez los libros y la noche.
(…)
Lento en mi sombra, la penumbra hueca
Exploro con el báculo indeciso,
Yo, que me figuraba el Paraíso
Bajo la especie de una biblioteca.

Algo, que ciertamente no se nombra
Con la palabra azar, rige estas cosas;
Otro ya recibió en otras borrosas
Tardes los muchos libros y la sombra.

Al errar por las lentas galerías
Suelo sentir con vago horror sagrado
Que soy el otro, el muerto, que habrá dado
Los mismos pasos en los mismos días.

¿Cuál de los dos escribe  este poema
De un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
Si es indiviso y uno el anatema?

Groussac o Borges, miro este querido
Mundo que se deforma y que se apaga
En una pálida ceniza vaga
Que se parece al sueño y al olvido.”

Jorge Luis Borges, Poema de los Dones – El Hacedor  Emecé Editoes S.A. Buenos Aires 1986,  pag. 53/54

 No hacen falta más comentarios.



     Pero hay más.   José Saramago era hijo de campesinos y concurrió a una escuela técnica con pocas materias humanistas, pero a la par, estudió por su cuenta los pocos textos clásicos a los que  tuvo acceso. A los 22 años publicó su primera novela la que no tuvo ningún éxito por lo que dejó la pluma por más de veinte años:  Fuera de escasos trabajos como crítico o periodista, no escribió una sola línea. Recién en 1976 se decidió a retomar  la literatura y llegó a obtener el  Nobel en 1998.

     Ray Bradbury afirmaba que para ser escritor no se necesita ir a la universidad sino a la biblioteca, de la cual,  decía,  haberse graduado a la edad de 28 años. 

     William Faulkner abandonó la escuela a los quince años,  para trabajar –según cuenta la leyenda- en una oficina de correos, de la que lo despiden “por leer durante la jornada de trabajo”. Intenta una formación académica matriculándose en la Universidad de Mississippi, la que también abandona poco después de un año. Acabaría ganando el Nobel de Literatura y dejaría como legado una de las obras con más repercusión de la literatura universal.

     Y más.  De esos autores que a nosotros nos han hecho leer en la escuela:  Charles Dickens (dejó los estudios a los doce años para ingresar a trabajar en una fábrica de betún), H.G. Wells (a los once años tuvo que empezar a trabajar para ayudar al sostén de su familia tras un accidente que invalida a su padre), Mark Twain (a los doce años, a la muerte de su padre, abandona la escuela para con su hermano mayor hacerse cargo del negocio familiar, una imprenta), George Bernad Show (abandona a los catorce años), Jack London (abandona a los trece años).  Hay más, mucho más, pero creo que el punto se entiende.



     ¿En otras áreas?   Jimmi Hendrix tuvo su primer instrumento musical a los cuatro años: una armónica. A los catorce compró su primera guitarra acústica, e influenciado por B.B. King  (quien aprendió por su cuenta a tocar la guitarra a los 12 años) comenzó a practicar con ella. A través de observar a otro, practicar y de su natural talento se convirtió en uno de los más importantes e influyentes guitarrista de la historia de la música.     

    Woody Allen y Quentin Tarantino jamás acudieron a una escuela de cine.  Vieron cine, amaron el cine e hicieron cine.  Punto.

     Y la termino (pareciera que me sigue el enojo después de una estúpida discusión intrascendente) con esta entrada de otro blog que circula en la red.  Me parece magnífica y concluyente. Su autor, Rafo Diaz,  se presenta como artista autodidacta y viajero incansable.   La transcribo.

miércoles, 7 de abril de 2010
LA SOPORTABLE LEVEDAD DE SER ARTISTA AUTODIDACTA.
AUTODIDACTA EN CONTINUO APRENDIZAJE.

- ¿Ah, eres artista y donde estudiaste?
- Bueno, en realidad soy autodidacta…
Mi interlocutor se remueve en su asiento con un evidente gesto de desaprobación y de duda. Finalmente me dice.
- Que pena.

Para los “artistas”, entre comillas, no vaya a ser que los verdaderos que reconoce el sistema y la oficialidad a título de cartón con sello de la nación, se sientan ofendidos. Reitero, para aquellos “artistas” que como yo, nos hemos formado solos, a punto de experimentación y búsqueda personal de un lenguaje artístico, resulta intrigante que algunas personas se sientan turbadas ante la evidencia del trabajo que realizamos.

La exploración en solitario de la sensibilidad artística está presente desde los inicios de la humanidad. No por ello, el artista autodidacta ha dejado de ser visto como un personaje extraño, huraño y sin ubicación aparente. Mi madre por ejemplo, desde que era niño, le preocupaba que me pasara el tiempo encerrado en mi habitación, dibujando, escribiendo o boceteando comics, mientras que afuera estaban los amigos del barrio jugando al trompo o a las canicas. Mi madre repetía siempre: es que no puedes ser normal hijito…

El arte autodidacta es entonces, una forma de crear que aún hoy genera susceptibilidades. Hace un tiempo atrás, existía cierto grado de negatividad en muchas galerías alrededor del mundo respecto al trabajo de los artista autodidactas, esto debido a que esas galerías formaban parte de esa “oficialidad” donde importaba el título más que el talento. Incluso, recuerdo que durante la I Bienal de Arte en Lima – Perú; a un amigo artista no le dejaban participar, solo por el hecho de ser autodidacta. Felizmente aquella absurda regla fue retirada y finalmente si pudo participar.

Las razones por las que se termina desarrollando una labor artística en solitario son muchas, algunas de ellas serian: La vocación que se desarrolla desde muy pequeño y que te obliga a explorar, la falta de oportunidad, dinero o simplemente, porque no nos gustó el ambiente donde se desenvolvían las clases de arte.

Autodidacta quiere decir “persona que se instruye por sí mismo", o sea, alguien que emplea o procura, sus propios medios para alcanzar un conocimiento, con o sin ayuda de maestros que le instruyan.

El autoaprendizaje, es algo que todos los seres, tanto humanos como animales, poseemos; y se ejercita, cuando de modo inocente jugamos a explorar nuestras habilidades. Es entonces que mediante el juego se afinan y mejoran esas habilidades de manera instintiva; aunque este es un acto evidentemente ligado a la sobre vivencia en el mundo animal, para los seres humanos se trata también de un acto que está ligado al quehacer diario y que con un poco de suerte se terminara por encontrar en equilibrio con el trabajo que nos tocara realizar en nuestra adultez. En este punto, los artistas y aquellos que sintiendo una vocación fuerte por un oficio en particular, debemos sentirnos contentos de finalmente poder desarrollar.

De todas maneras, un Artista, independientemente de tener la oportunidad de formarse en una buena escuela, debe aprovechar todo lo que esa institución le brinda para después olvidar lo aprendido, o mejor dicho, reelaborarlo, y así poder ofrecer un lenguaje renovado de su arte. El arte, en mi opinión personal, no puede ni debe ser ortodoxo ni tampoco dogmático. El arte, es algo que debe fluir libremente y sin complicaciones desde lo más profundo de nuestro espíritu y de nuestro ser, es el resultado de una fuerte voluntad espiritual, y es justamente, esa libertad de espíritu lo único que puede definir a un verdadero artista.

Leonardo da Vinci fue uno de los grandes maestros autodidactas de la historia, no solo en la pintura y el dibujo, sino en ciencia, anatomía, etc. Van Gogh, aprendió dibujo a partir del análisis de láminas y de la continua observación al trabajo de un familiar pintor. Otros famosos autodidactas fueron los ingleses Jhon Constable famoso paisajista británico y Turner; un artista precoz y fascinante que sería considerado un maestro a sus 23 años, Gauguin, Henri Rousseau, Munch y casi todos los manifestantes del expresionismo.

En el Perú, son muchos los intelectuales y artistas autodidactas que han dejado cátedra con su trabajo: José Carlos Mariátegui, Cesar Moro, José María Eguren, la historiadora María Rostworowski, etc. En Iquitos, mi ciudad natal, el caso más relevante, es la de Christián Bendayán, quien siendo autodidacta dirige ahora el Instituto de Cultura.

Es importante que los trabajos de un artista no sean juzgados considerando como lo más importante la escuela donde estudio o con quien se formó, es la obra del artista quien debe hablar por sí sola. Finalizo este texto con una frase del pintor hiperrealista español Antonio López, quien se define como: "un autodidacta en continuo aprendizaje".





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