Leo respecto
de las características del curso on line
“Arte y Marketing: promoción del artista
en el mercado del arte” que me publicitaran vía mail:
“Los artistas noveles y
emergentes cada vez más necesitan de una ayuda y un “mentoring” efectivos para
desarrollar sus carreras dentro del mercado del arte. Esto es todo un reto en
la actualidad debido a la saturación de oferta y a la escasez de la demanda de
arte.
El Curso proporcionará herramientas para diseñar la promoción, distribución y precio de la obra de arte; siempre tomando en cuenta a los compradores, los coleccionistas privados e institucionales, sus motivaciones y sus criterios de selección, y por supuesto los canales de distribución (ferias, galerías, asesores, curadores, etc.) y promoción (premios, becas, residencias, etc).”
El Curso proporcionará herramientas para diseñar la promoción, distribución y precio de la obra de arte; siempre tomando en cuenta a los compradores, los coleccionistas privados e institucionales, sus motivaciones y sus criterios de selección, y por supuesto los canales de distribución (ferias, galerías, asesores, curadores, etc.) y promoción (premios, becas, residencias, etc).”
Lo
primero que me sorprende es la aparición de un neologismo no captado hasta acá
por mi radar lingüístico en el ámbito del arte: “mentoring”.
Una rápida y superficial
indagación me orienta (en fuentes de marketing y empresa) hacia una básica definición para sacarme de la
ignorancia: “La manera más clara y sencilla para
definir el mentoring podría ser la siguiente: Proceso mediante el cual un
miembro de una empresa con más experiencia (el mentor) enseña, aconseja, guía y
ayuda a otra (el mentorizado) en su desarrollo invirtiendo tiempo y
conocimientos.”
O sea, el
antiguo vínculo “maestro” y “aprendiz”, el que normalmente se da
entre persona con cierta experiencia y principiante. Ese aprendizaje instintivo
que surge cuando uno empieza en un métier (pongamos: el arte en todas
sus facetas) y concurre a eventos culturales y escucha y trata de absorber la
sabiduría práctica de los que están ahí desde ante que uno llegue. Ahora eso es el “mentoring” y se ve que te
tienen que adiestrar on line para que
puedas hacerlo.
Pero no nos quedamos ahí. Otro mail me anuncia otro curso on line: “Herramientas de Arteterapia y Psicología positiva en la práctica de las
artes expresivas”. Explican que:
“La
Arteterapia o Terapia de Arte es una disciplina que vincula la Psicología como
ciencia y todas las manifestaciones artísticas involucrando el cuerpo humano y
sus sentidos y percepciones, el proceso creativo y sus etapas, los materiales
utilizados, los espacios de creación, colores y productos artísticos, para
atender las necesidades emocionales y psicológicas del ser humano, es de vital
importancia que quien aprenda sobre esta disciplina, reciba un conocimiento tan
amplio y profundo como sea posible sobre la ciencia y el arte en sus
concepciones más bastas y al mismo tiempo más delicadas.
El arteterapeuta debe ser una persona sensible, interesada tanto en el arte como en el estudio del ser humano y su desarrollo y crecimiento interno, de ahí que este diplomado ha sido estructurado bajo el concepto de introducir al alumno a la arteterapia para posteriormente llevarlo a conocer la psicología positiva, su sustento científico y aplicaciones para finalmente tener un acercamiento a ejercicios prácticos de autoconocimiento y aplicación en los que el alumno podrá descubrir y valorar sus recursos internos, visualizarlos, palparlos e incluso compartirlos con los alumnos que a su vez cursen el diplomado.”
El arteterapeuta debe ser una persona sensible, interesada tanto en el arte como en el estudio del ser humano y su desarrollo y crecimiento interno, de ahí que este diplomado ha sido estructurado bajo el concepto de introducir al alumno a la arteterapia para posteriormente llevarlo a conocer la psicología positiva, su sustento científico y aplicaciones para finalmente tener un acercamiento a ejercicios prácticos de autoconocimiento y aplicación en los que el alumno podrá descubrir y valorar sus recursos internos, visualizarlos, palparlos e incluso compartirlos con los alumnos que a su vez cursen el diplomado.”
Pasé de
sentirme totalmente acosada (por la imperiosa obligación de un “mentoring” y un arteterapeuta) a
sentirme por completo huérfana y desamparada (por mi carencia de un “mentoring” y un arteterapeuta).
A mi
lista de asistentes que no tengo (ni tendré mientras pueda defenderme de ellos con uñas y dientes), falta imperdonable que me condena al fracaso absoluto, se
agregaron estas nuevas especialidades hasta aquí ignoradas.
Paso formal lista a mis ausencias oficiales:
un galerista (art dealer o marchand), un agente de prensa (por que uno existe sólo en la medida de que se aparece en los medios), un publicista (para que te
diseñe y estructure el personal branding),
un relacionista público (para asegurarte aparecer en las fotos con las celebrities de moda), un estilista (que nos
vista y nos peine como “artista”), un mentor para el “mentoring”, y un arteterapeuta que me adiestre en “ejercicios
prácticos autoconocimiento y aplicación” para que pueda “descubrir
y valorar" mis "recursos internos, visualizarlos, palparlos e incluso
compartirlos”.
Deduzco que para ser “uno” hay que estar rodeado de “un
montón”. Mi aversión a sociabilizar es
la raiz de mi perdición, la causa directa de mi derrota.
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