Estoy por
completo abocada a trabajar en las obras que voy a enviar a la Affordable
Art Fair New York en el próximo marzo. Obviamente, la expresión “por completo abocada” es un mero
pronunciamiento de buenas intenciones. La
presión que me auto-provoco por querer hace algo muy yo pero a la vez algo mejor a lo hecho hasta acá acciona mi
natural repulsa a auto-obligarme a nada, lo que me rebela y me condiciona a distraerme
con facilidad, a querer hacer cualquier otra cosa y boicotearme más que conscientemente
(de hecho volví a jugar con iluminaciones medievales, que me absorben el tiempo
y me alejan de pintar lo que tengo que
pintar porque marzo está ahí, a la vuelta de la esquina). Fastidio total.
¿En qué
momento fui capaz de creer que yo (¡yo!) iba a poder pintar seis obras –aunque fueran
chiquitas- en dos meses? Soy lenta y
dispersa, levemente ingobernable, me aburro demasiado fácil y nunca entiendo
razones que sean, básicamente, razonables.
Una de mis voces (la de buena madre de familia, la práctica) con
indiferencia comenta que si pagué el coste de participar en el evento es
indistinto que envíe las seis o cinco o tres:
ya está. Si pagué voy. Con lo que haya. La voz rubia (la única que me quiere) me
consuela: -Mejor pocas que te parezcan buenas
que un montón de porquerías. Mandá lo
que te convenza, estás comprometida con la calidad y no con la cantidad. Estoy a punto de darle la razón, aliviada, cuando la tercera voz (la de anteojos, la más
insidiosa) dice como quién no quiere la cosa: -Pero hay que ser negligente para
perder la oportunidad de que seis de tus obras se exhiban en New York. Cada obra que no envíes es una oportunidad
desperdiciada exclusivamente por tu falta de compromiso, por tu poca seriedad.
Realmente:
¿por qué los esquizoides tenemos que escuchar a “las voces”? A varias voces. ¿Por qué no podemos escuchar una sola? -yo con la voz rubia me llevo muy bien, podríamos
convivir a la perfección-, ¿por qué tiene que haber siempre dos o tres que
se contradigan entre si y nos enloquezcan?, ¿por qué no podemos elegir a las
que queremos escuchar y poner en mute a las más odiosas?
Y lo peor
de todo de las voces es que terminan, siempre, ganando la discusión. El último par de días he trabajado a destajo
y sin ganas, poco convencida pero dispuesta a avanzar lo máximo posible. Me consuelo diciendo que cuando llegue el
momento del envío si lo hecho no me convence no mando nada y al diablo con
todo.
Las seis
ya las tengo estructurada y en trabajo avanzado. Las dos primeras llegaron a ese punto de
parate a la espera de las demás. Cuando
estén todas en ese mismo punto voy a dar los toques finales y ver si cierran
entre sí o necesitan integrarse por otra vía (lo que sospecho). Como si fuera una carrera de posta (carrera que estoy segura no voy a ganar. Correr nunca fue lo mío.).
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