martes, 7 de octubre de 2014


“¿Me contradigo?
Pues bien, me contradigo.
(soy inmenso, contengo multitudes).”
Walt WhitmanHojas de hierba - Canto de mí mismo

   No voy a alegar en defensa sobre mi ánimo fluctuante.  Soy excesivamente susceptible a los estímulos y me enredo fácil con lo que circula alrededor.  Hace pocas horas quería retornar a mi voluntaria reclusión y ahora disfruto y comparto el hacer cosas con buena gente.


   Ví hace un ratito las fotos del backstage de la cuelga de ayer en el Salón de los Pasos Perdidos de la Facultad de Derecho de la UBA.  La sensación que tuve al estar ahí (de celebración, de reencuentro ansiado y feliz) se me corroboró al ver las imágenes que subió a las redes sociales Silvia Ariza, una de las organizadoras del evento.  Yo apenas estuve un ratito fugaz,  el indispensable para colgar mi escoba; tenía que volver a las corridas a ocuparme de mi trabajo “civil” en un lunes laboral; así y todo, aun en mi apurada fugacidad, el clima cordial y el ánimo generoso se me quedó pegado en la piel.



   Con las disculpas del caso a su autora y mi expreso reconocimiento de su copyright, me apropié de las fotos que tomó Silvia y las reproduzco acá, porque siento que ese espíritu lúdico y creativo, ese afán de generar disfrute estético sin otra intención que compartir con el resto del cosmos el honesto placer de crear, puede ser contagioso y dar un remanso a los que –en la vorágine diaria- ignoran que el Arte puede ser (¡es!) ese paraíso que nos habían prometido.


   “En España, un hombre extraordinario ha abierto horizontes nuevos al espíritu de lo cómico… en ocasiones se deja llevar por la sátira violenta, y a veces, trascendiéndolo, presenta una visión de la vida esencialmente cómica… Goya es siempre un gran artista y a menudo un artista aterrador… añadió a ese espíritu satírico español, fundamentalmente alegre y jocoso, que tuvo su día en la época de Cervantes, algo mucho más moderno, una cualidad muy apreciada en la época actual, un amor por lo indefinible, un sentido de contrastes violentos, de lo aterrador de la naturaleza, de los rasgos humanos que han adquirido características animales… es extraño que este anticlerical haya soñado tan frecuentemente con brujas, aquelarres, magia negra, niños cociéndose en un asador y muchas cosas más: todas las orgías del mundo de los sueños, todas las exageraciones de las imágenes alucinógenas, y por añadidura, todas esas jóvenes españolas, delgadas y blancas que las inevitables brujas lavan y preparan para sus pactos secretos o para la prostitución nocturna. ¡El aquelarre de la civilización! ¡Luz y oscuridad, la razón y la sinrazón se enfrentan en todos estos horrores grotescos!…”
Charles Baudelaire sobre Los Caprichos de Goya en Le Present, (1857).










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