“La Unesco
adoptó hoy (4 de Octubre 2014) la Declaración de Florencia,
en la que pide que la cultura se sitúe en el centro de las políticas de
desarrollo sostenible, por su capacidad no solo de crear riqueza sino también
de lograr cohesión social.
La directora general de Unesco, Irina Bokova,
explicó a Efe, tras la reunión, que en la actual búsqueda "de
nuevos instrumentos para lograr un nuevo dinamismo de la economía mundial, la cultura
puede dar algunas soluciones"
Así, destacó la importancia de la Declaración de Florencia y los
esfuerzos que hace su organización para que se reconozca la cultura "como
un vehículo de desarrollo sostenible".
Considerar de esta forma la cultura, no se refiere
solo a "gastar dinero, al contrario, quisiéramos cambiar esta óptica de que la
cultura es solo para los tiempos buenos, para cuando hay presupuesto".
Antes al contrario, la Unesco cree, según su máxima responsable, que "la
cultura puede crear empleos, crear una inclusión social más grande"
y además es "importante para movilizar a las comunidades, a la gente y para luchar
contra la pobreza".
Los 300 expertos reunidos durante tres días en el Palazzo Vecchio de Florencia han reflexionado sobre las estrategias eficaces "para
que se produzca un verdadero cambio de manera que la cultura esté al final en
el centro de las futuras políticas de desarrollo sostenible",
según señala la declaración final.
Naciones
Unidas se encuentra en mitad de un proceso para fijar una
nueva Agenda de Desarrollo cuando termine el año que viene la aplicación de los
Objetivos del Milenio de comienzos de siglo, y la Unesco defiende que la Cultura como motor del desarrollo sostenible
tenga un papel importante en este nuevo plan.
En la aspiración de poner en pie una agenda para un
desarrollo que sea inclusivo, social, económico y sostenible, la cultura y las
industrias culturales tienen papel fundamental "por las oportunidades que ofrecen
a las nuevas generaciones, pero también como fuente de creatividad e innovación",
agrega el texto.
Bokova
se mostró convencida, en una rueda de prensa, de que en todo el mundo está
emergiendo "un nuevo entendimiento alrededor de la cultura" y que no
se trata solo de los gobiernos, sino también de la comunidad internacional, la
sociedad civil, el sector público, la universidad.
Es, en definitiva, "un movimiento global para
inscribir la cultura como motor de desarrollo sostenible", agregó
la directora general de la Unesco.
Bokova
abogó
así por cambiar la óptica que se tiene de la cultura que "no es
solo arte para las élites", antes al contrario "queremos
ver la cultura de las comunidades locales, como algo que une a la gente".
El texto destaca que para lograr "un
desarrollo económico y social incluyente los sistemas de gobernanza de la
cultura y la creatividad deben responder a las demandas y las necesidades de la
población".
La Declaración
de Florencia también se refiere a la importancia de la diversidad cultural
y Bokova señaló que para protegerla
hay que apoyar a "las miles de personas" que
hacen películas, discos, espectáculos, a los que publican libros o revistas, a
quienes se dedican al diseño, desarrollan videojuegos o sitios de internet.
Todos estos "productos y servicios culturales
contribuyen al desarrollo duradero y la cohesión de las sociedades",
aseguró.
El alcalde de Florencia,
Dario Nardela, destacó la
importancia que da la declaración a las comunidades locales y las ciudades
-"laboratorios de desarrollo sostenible", según el texto-
para diseñar y realizar políticas de desarrollo que sean sostenibles e
innovadoras.
Y es que ya no se habla de la cultura "como
una cosa para contemplar y conservar sino como un elemento dinámico de
desarrollo económico" que no está aislado sino que "toca
transversalmente a todas la políticas", explicó.
Los expertos de Unesco
también abogaron, entre otros puntos, por crear "nuevos modelos de colaboración y
estrategias de inversión innovadoras para apoyar la investigación, la
innovación y la producción local de bienes y servicios culturales".
La Declaración
de Florencia es "probablemente" el documento más
"completo, rico en argumentos e importante" que la Unesco ha aprobado hasta ahora en este
área y con el que ir a la ONU para
tratar sobre la agenda del desarrollo post2015, agregó Bokova."
Con todo respeto a los señores de la Unesco, su reciente Declaración
es una auténtica verdad de Perogrullo. Que la
cultura propende al desarrollo de los pueblos es una obviedad reiteradamente comprobada por la historia. La cultura
va del brazo con la educación, y, como
requisito base de ambas, presupone el
esfuerzo y la perseverancia. ¿Qué comunidad
que tercamente luche por mejorar su conocimiento y su expresión puede no
avanzar en todo sentido?
El problema deviene pura y exclusivamente en que la
cultura (como la educación) se considera un gasto ya que sus resultados no son
inmediatos. Educar y apoyar las
manifestaciones artísticas implica invertir para las próximas generaciones,
para recoger frutos unos veinte años después.
Los políticos se preocupan por su quintita inmediata, por recoger lo
suficiente para ganar elecciones en los próximos cuatro años. Y en
ese entendimiento, que las políticas gubernamentales presten central atención a
la cultura es desconocer la esencia de las democracias occidentales: todo
rápido, todo lo que luzca en la superficie, todo lo que asegure el poder para
los que siempre lo detentan (y que no saben hacer otra cosa) y que el futuro sea asunto del que lo tenga
como presente.
Para los que nos importa la cultura, su presencia
constante es una cuestión de realidad.
Nadie se dedica a cualquiera de las ramas del arte y la literatura para
“hacerse multimillonario”, “para
asegurarse la impunidad absoluta” o “para que todos se postren a sus pies y
acaten sin chistar sus más mínimos caprichos” (metas que sospecho tienen todos
los que aspiran a cargos públicos, al menos por estas tierras). Uno lo hace porque cree sin margen de dudas
que la cultura es lo único que importa, porque es para uno y para los que están
alrededor, porque quedará para los que vengan después, porque hace que el
esfuerzo y la lucha actual tengan
sentido como legado a la posteridad.
Porque los cambios que perduran –el progreso- solo se logran con la
convicción práctica de desarrollar un poquito cada día el espíritu humano. Porque cada pequeña cosa que hacemos en pro
de la utopía cultural es un peldaño material que nos permite un seguro ascenso
ininterrumpido.
Me niegan mi teoría; me argumentan que la “cultura”
es una ficción, un malentendido sostenido por desesperación; un mito común en el que pretendemos centrar
esperanzas que no tienen ningún otro asidero válido.
Abandonando por un instante mi buena educación le revoleo por la cabeza
un libro de historia medieval. Le señalo
la ilustración que reproduce los instrumentos de tortura habituales en
cualquier interrogatorio. Le marco el
nacimiento de las primeras catedrales.
El gótico. La pintura
religiosa. Los monjes copistas. Hoy, mal que bien, nadie considera “correcto”
arrancarle las uñas a alguien para compelerlo a responder una pregunta. Ese avance es consecuencia de la
cultura. Somos mejores por ella, y sólo a través de ella podemos seguir aspirando a la superación.
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