-Nadie hace nada por nada- me dice,
insistente. -Ni siquiera las desinteresadas obras benéficas. El filántropo las hace para
descargar impuestos sobre ganancias, el político con sensibilidad social para
ganar votos, y el santo de estampita para llegar al cielo. Todos buscamos
algo. Siempre se trata de un
intercambio. Quid pro quo.
Supongo que
es una manera de verlo. Lo que en
psicoanálisis llamarían “motivación”.
La zanahoria tras la cual trotamos. Pero
me dispongo a rebatir el punto diferenciando esos objetivos prácticos y
materiales (dinero, poder, fama) de esos otros absolutamente íntimos, más cercanos
al alma que al bolsillo; esos que convocan y encadenan a las artes.
Como de
costumbre, llegamos a ese punto sin retorno en nuestra conversación cuando la utilidad
del arte entró en discusión.
Él
sostiene que el arte como tal lo es cuando adquiere un valor económico que lo
torna privativo, único y exclusivo, es decir, caro. Por lo tanto, el arte es un bien netamente comercial,
valuable para determinar su condición de “fine
arts”, ya que sin valor no sería “arte”
tal como culturalmente se lo entiende. Pieza de museo. En esa línea, toda inversión (publicidad, marketing,
crítica paga) es válida y aconsejable en cuanto otorga la cotización que
cualifica de artístico.
Yo (¿es necesario que lo diga?) disiento
por completo con su teoría. Creo que el
arte es, independientemente de si el mercado le otorga
o no valor económico. Él se ríe cuando
me dice que lo que tildo de mercado
cuando habla él es lo mismo que tildo de espectador
cuando hablo yo del arte como lenguaje, como herramienta del diálogo entre el
artista y quien ve la obra. Ese otro imprescindible.
Debo
reconocer (no a él, aunque ya lo he escrito en algún lado y él lo sabe y se
burla de mi obstinación) que más de una vez he aceptado el irrefutable hecho de
que el
arte es arte cuando alguien dice que lo es, cuando el otro disfruta la
obra en similar medida a lo que disfrutó quién la concibió. El goce (visual, intelectual, conceptual tal
vez) implica que lo que se quiso decir se dijo bien y pudo llegar a ser oido. Claro que es necesario el otro, que toda
manifestación artística necesita del espectador para cerrar el círculo
creativo. Pero el espectador, el
consumidor cultural, no es necesariamente lo mismo que el mercado. -Filosofía barata- me acusa. Concluye: -Economía básica: la oferta y la demanda no solo depende de la calidad
del bien, sino de la cantidad, la disponibilidad y la buena publicidad que lo
torna irresistible y necesario.
Caí en la
trampa otra vez. Primero, al aceptar la
data que me suministró (un artículo sobre el ingreso de los jóvenes artistas en
el mercado del arte en Barcelona),
después al analizar la cuestión de modo objetivo para acabar personalizando la
cuestión en cómo me niego –caprichosamente, según él- a ver que sin buena
estrategia publicitaria y debido manejo comercial no tiene ningún sentido
práctico mi obcecado empecinamiento en el arte. Las frases "Hacerse
artista es hacer voto de pobreza", “…no te puedes quedar esperando en
el sofá, tienes que mover la obra continuamente", "Se
está apoyando mucho el arte emergente porque es económico, y se ha dejado de
apoyar el arte de la gente de 40, 50 años porque vale más dinero" y
"Llevar a cabo una carrera artística depende de manera exclusiva de la
fe, del entusiasmo personal" dispararon nuestro
debate.
Transcribo el
artículo en cuestión en su lengua original (catalán) por respeto a sus autores Aina Soley & Carlos Torres, e intercalo mi personal traducción hecha con mi mejor buena voluntad y la inestimable asistencia de Google Traductor:
Si
Van Gogh s’hagués rendit després de vendre només un quadre, i hagués deixat de
pintar, avui en dia no hauríem contemplat mai la seva Nit Estrellada. L’art és
una professió que sembla que no tingui futur pels qui decideixen dedicar-s’hi,
però en canvi conserva les seves obres durant centenars d’anys. Quines
perspectives ofereix l’art a noves generacions que volen exposar les seves
creacions en museus?
“Fer-se
artista és fer vot de pobresa”, diu en David Bestué, encara que a ell li ha
anat prou bé. Des que tenia 18 anys que es dedica a fer col·laboracions
amateurs i des dels 26 que pot viure de la seva obra. Recentment ha col·laborat
amb l'exposició
'Nonument' del MACBA. “En el meu cas vaig tenir molta sort, perquè vaig
presentar-me al premi Generaciones de Caja Madrid, juntament amb el meu company
Marc Vives” explica, “i això va fer que fóssim reconeguts a nivell nacional”.
“El
panorama artístic de Barcelona no és gaire gran” explica en Sergi Mesa,
un pintor que va començar fent graffitis pels carrers de Manresa. “A la mínima
que tinguis visibilitat, si algú s’interessa ja et vindrà a buscar, però no et
pots quedar esperant al sofà, has de moure l’obra contínuament.” I ell l’ha
mogut: un any després d’acabar el grau en Belles Arts a la Universitat de
Barcelona ja ha exposat els seus quadres d’abstracció geomètrica a indrets com
París o San Diego.
(Si
Van Gogh se hubiese rendido tras
vender sólo un cuadro, dejando de pintar, nunca habríamos contemplado su Noche Estrellada. El arte es una
profesión que parece no tener futuro para quienes deciden dedicarse a ella,
pero que, en cambio, hace perdurar sus obras durante siglos. ¿Qué perspectivas
ofrece el arte a las nuevas generaciones que aspiran a exponer sus creaciones
en museos?
"Hacerse
artista es hacer voto de pobreza", dice David Bestué, aunque a él le ha ido bastante bien. Desde que tenía
18 años se dedica a hacer colaboraciones amateurs y desde los 26 que puede
vivir de su obra. Recientemente ha colaborado con la exposición 'Nonument'
del MACBA. "En mi
caso tuve mucha suerte, porque me presenté al premio Generaciones, de Caja
Madrid, junto con mi compañero Marc Vives" explica, "y
esto hizo que fuéramos reconocidos a nivel nacional".
"El
panorama artístico de Barcelona no es muy grande" explica Sergi Mesa, un pintor que comenzó
haciendo graffitis por las calles de Manresa.
"A la mínima que tengas visibilidad, si alguien se interesa ya te vendrá
a buscar, pero no te puedes quedar esperando en el sofá, tienes que mover la
obra continuamente." Y él lo ha movido: un año después de terminar
el grado en Bellas Artes en la Universidad de Barcelona ya ha
expuesto sus cuadros de abstracción geométrica en lugares como París o San Diego.)
Per
la Maria Fiol no és tan fàcil. Estudia segon curs de Belles Arts a la
Universitat de Barcelona i opina que si bé hi ha moltes oportunitats,
accedir-hi no és senzill. Moltes galeries noves fan concursos per a estudiants,
diu, però d’altres et demanen un mínim de crèdits o d’estudis. “L’any passat
volia presentar-me a concursos de crear logotips i et demanaven uns 200 crèdits
i estar estudiant tercer com a mínim”. Malgrat tot, cada vegada són més els
centres que aposten per exposar les obres d’artistes poc coneguts.
El
panorama de l’art contemporani emergent a Barcelona es va començar a clarificar
a partir dels anys 90, quan diversos centres cívics com Can Felipa de
Poblenou o el de Sant Andreu, o centres de producció cultural com l´Hangar van
impulsar diferents projectes per donar suport als artistes novells. A
partir d’aquí han sortit espais com la Sala d´Art Jove de Barcelona. Però
aquesta idea d’apostar per la joventut també ha suposat un problema, segons en
David. “S’està recolzant molt l’art emergent perquè és econòmic, i s’ha deixat
de recolzar l’art de la gent de 40, 50 anys perquè val més diners”. A
causa d’això, artistes consolidats han hagut de buscar altres sortides.
No
tothom opina el mateix. Per a en Javier Palacios, company de classe de la
Maria, creu que és molt més difícil entrar dins el món de l'art: “Un cop ets a
dins només has de pintar quadres”. Aquesta és la concepció de la majoria
d'estudiants, que per seguir la seva passió, els espera un futur incert. “Quan
l'artista jove surt de l'escola de belles arts i ja ha fet alguna exposició col·lectiva,
fins i tot alguna individual, i ja ha estat dins un programa de beques no pot
professionalitzar la seva activitat i va perdent suports”, explica
Àlex Mitrani, crític d'art i comissari independent, que a més imparteix
classes a l'escola d'art EINA. “Portar a terme una carrera artística depèn de
manera exclusiva de la fe, de l'entusiasme personal.”
(Para
María Fiol no es tan fácil. Estudia
segundo curso de Bellas Artes en la Universidad de Barcelona y opina que si
bien hay muchas oportunidades, acceder no es tan sencillo. Muchas galerías nuevas
hacen concursos para estudiantes, dice, pero te piden un mínimo de
créditos o de estudios. "El año pasado quería presentarme a concursos
de crear logotipos y te pedían unos 200 créditos y estar estudiando tercero
como mínimo". Sin embargo, cada vez son más los centros que
apuestan por exponer las obras de artistas poco conocidos.
El
panorama del arte contemporáneo emergente en Barcelona se empezó a clarificar a partir de los años 90, cuando
varios centros cívicos como Can Felipa
de Poblenou o el de San Andrés,
o centros de producción cultural como el Hangar
impulsaron diferentes proyectos para apoyar a los artistas noveles. A partir de
aquí han salido espacios como la Sala de
Arte Joven de Barcelona. Pero esta idea de apostar por la juventud también
ha supuesto un problema, según David.
"Se está apoyando mucho el arte emergente porque es económico, y se ha
dejado de apoyar el arte de la gente de 40, 50 años porque vale más dinero".
Debido a esto, artistas consolidados han tenido que buscar otras salidas.
No
todo el mundo opina lo mismo. Para Javier
Palacios, compañero de clase de María,
cree que es mucho más difícil entrar en el mundo del arte: "Una
vez que estás dentro sólo tienes que pintar cuadros". Esta es la
concepción de la mayoría de los estudiantes, que creen que para seguir su pasión les espera
un futuro incierto. "Cuando el artista joven sale de la escuela
de bellas artes, aunque ya haya hecho alguna exposición colectiva, incluso alguna
individual, y aun haya estado dentro de un programa de becas, no puede
profesionalizar su actividad y va perdiendo apoyos", explica Àlex Mitrani, crítico de arte y
comisario independiente, que además imparte clases en la escuela de arte
HERRAMIENTA. "Llevar a cabo una carrera artística depende de manera exclusiva de la
fe, del entusiasmo personal." )
Aquesta
dificultat s’ha accentuat amb la crisi. Per Jordi Boldú, treballador
cultural i organitzador del projecte ´Tots els artistas catalanes vius´, la
davallada econòmica ha trencat amb les polítiques culturals. Explica que
actualment hi ha moltes carreres estroncades, no només d’artistes sinó també de
projectes. No obstant, és optimista. “Crec que avui en dia vivim una certa
bonança creativa molt potent, segurament per tradició o perquè aquests últims
anys s’hi ha dedicat molts esforços des de l’administració pública, la
universitat o des del món de les galeries. Depèn de com ho mirem tot està molt
bé o tot està fatal”.
Però
de les pitjors situacions sorgeixen les millors solucions. L’art s’està
reinventant, i cada vegada són més els autors que toquen diferents modalitats
artístiques. “Ha arribat un moment en què el creador no ha de ser un bon
artesà, sinó algú que gestiona també un treball”, diu en David, que també
dissenya mobles, escriu llibres sobre escultura i col·labora
en publicacions d’arquitectura. En Sergi, malgrat que es dedica exclusivament a
la pintura, considera que ser multidisciplinari és molt important. “Quan
interactues amb altres llenguatges, amb altres maneres de fer, poleixes més les
teves idees, els teus conceptes, les teves inquietuds, els dónes un altre tipus
de sortides.”
“L’artista
no neix del no-res, està acompanyat”, diu en Jordi. Concretament, durant aquest
últims anys ha aparegut la figura del comissari, que en Jordi compara amb
un director de teatre que “fa néixer de l’artista coses que ni ell sap ni veu”.
El comissari organitza les exposicions posant en relació diferents obres i posa
els artistes en circulació. Tot forma part d’un engranatge: “No només hi ha
comissaris o crítics, també hi ha educadors, gestors, gent que organitza
exposicions, gent que les neteja, i sobretot els que les van a veure.” I per
descomptat, els artistes.
(Esta
dificultad se ha acentuado con la crisis. Para Jordi Boldú, trabajador cultural y organizador del proyecto 'Todos los artistas catalanes vivos', la
caída económica ha roto con las políticas culturales. Explica que actualmente
hay muchas carreras truncadas, no sólo de artistas sino también de proyectos.
Sin embargo, es optimista. "Creo que hoy en día vivimos una cierta
bonanza creativa muy potente, seguramente por tradición o porque estos últimos
años se han dedicado muchos esfuerzos desde la administración pública, la
universidad o desde el mundo de las galerías. Depende de cómo lo miremos, todo
está muy bien o todo está fatal ".
Pero
de las peores situaciones surgen las mejores soluciones. El arte se está
reinventando, y cada vez son más los autores que abarcan diferentes modalidades
artísticas. "Ha llegado un momento en que el creador no tiene que ser un buen
artesano, sino alguien que gestiona también un trabajo", dice David, que también diseña muebles,
escribe libros sobre escultura y colabora en publicaciones de arquitectura. Sergi, pese a que se dedica
exclusivamente a la pintura, considera que ser multidisciplinario es muy
importante. "Cuando interactúas con otros lenguajes, con otras maneras de hacer,
pules más tus ideas, tus conceptos, tus inquietudes, les das otro tipo de
salidas."
"El
artista no nace de la nada, está acompañado", dice Jordi. Concretamente, durante estos
últimos años ha aparecido la figura del comisario, que Jordi compara con un director de teatro que "hace
nacer del artista cosas que ni él sabe ni ve". El comisario
organiza las exposiciones poniendo en relación diferentes obras y pone los
artistas en circulación. Todo forma parte de un engranaje: "No
sólo hay comisarios o críticos, también hay educadores, gestores, gente que
organiza exposiciones, gente que las limpia, y sobre todo los que las van a
ver." Y por supuesto, los artistas.)
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