Parroquiales
Es más que
probable que mi actual fastidio se deba al exceso de sociabilización al que
estuve sometida las últimas semanas. Soy
un ser huraño; más de una cuelga, inauguraciones y descuelgues varios en un
lapso de escasos días es demasiado para mi psiquis.
El fastidio
en mí se manifiesta en dos vertientes paralelas. La primera es la huida vergonzante. El pasado jueves directamente no fui a la
entrega de premios y al brindis de cierre de la 2 Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Argentina, y anoche
llegué (tarde) a la inauguración de la Noche de Brujas en la UBA y permanecí –por reloj- apenas
siete minutos. Amago a comportarme como
un ser civilizado pero la vena arisca me sobrepasa y huyo como una auténtica
maleducada sin saludar a nadie.
Lamentable. Me disculpo ante
quién corresponda.
La segunda
vertiente de mi fastidio es el rezongo fácil.
Dada mi ausencia el jueves, ignoro que obras premiaron en la Bienal, cuestión que me intriga para cotejarla con mi propia
elección. Busco en la web y la falta de
información alimenta mi predisposición a la queja.
La Bienal
estuvo muy bien organizada, la cuelga fue impecable, casi la totalidad de la
obra era de muy digna factura. El catálogo disponible en la fecha oportuna. El
descuelgue sincronizado con una prolijidad que pocas veces vi. Pero no cubrieron el evento vía web de modo
que los artistas que no pudieran concurrir estuvieran igualmente al tanto de
las contingencias de la muestra. Siendo
un evento internacional, es de presuponer que no todos los participantes
pudieron viajar a Buenos Aires. Por lo
que cubrir en tiempo real el evento (vía blog o Facebook que es absolutamente
sencillo y rápido) hubiera sido casi una cortesía merecida para los artistas
ausentes.
Pero no. La página oficial de la Bienal se quedó en la
convocatoria y hasta hoy no incorporó dato nuevo alguno. Por lo que yo
busqué, por Facebook no hay nada más que algunas fotos de un par de artistas
residentes en Baires y que no pasa de imágenes personales con su propia obra y
amigos. No deja de llamarme la atención,
pues hoy por hoy la presencia en la web es tan importante como la prensa gráfica
(que, por cierto, tampoco cubrió en papel:
ni los grandes medios tradicionales –Clarín o La Nación- ni las revistas
populares hasta donde he podido indagar hasta la fecha).
A la Bienal le faltó un agente de prensa y un
difusor web. Y esto lo digo yo que
detesto a los agentes de prensa y la publicidad organizada y que grito y
sostengo que son absolutamente innecesarios.
Insisto: es puro fastidio y nadie
debería hacerme el menor caso.
El Jurado de la Bienal, con la artista mexicana Rosa Maria Burillo Velazco y el embajador de Taiwan, fotografía subida a su Facebook por la artista Oksana Soroka, quien ganó el 2do. premio en dibujo (a mi criterio, su obra era el mejor dibujo de la Bienal, aunque ignoro a que obra dieron el primer premio).
Oksana Soroka y su obra Misterios Nocturnos
Y, para colmo, para aumentar mi compulsivo deseo
de enclaustrarme, tengo que soportar el verme NUE-VA-MEN-TE involucrada en la
eterna discusión sobre colocar sello de
agua en las imágenes de mis obras.
Otra
vez (¿no entendieron todavía que no me importa?) me vienen con que utilizan mis
imágenes sin mi autorización, con quién sabe que aviesos fines económicos. Me traen las pruebas, esperan mi indignación
y mi escándalo, y yo sólo puedo sentirme extrañamente halagada y evidenciarlo.
Que alguien escoja mi trabajo para ofrecerlo
como protector de pantalla es… no sé…
¿un modo de elogio? Que me exhiban para
sugerir tomar ideas de lo que hago pareciera una valoración positiva aun cuando
pueda interpretarse tendiente al descarado plagio. Pero con el elocuente placer que me provoca
el que usen mis imágenes sin mi permiso sólo consigo que me reiteren (de hecho, que me griten) que soy una estúpida, que no cuido mis intereses y que desvaloro
mi carrera al permitir que cualquiera haga lo que quiera ante mi completa
desidia complaciente.
Quiero
encerrarme en casa y por un par de meses –por lo menos- no ver ni hablar con
nadie. Es imposible, obvio, tengo que
salir a trabajar y de vez en cuando hacer las compras mínimas para mi
subsistencia. Pero me encantaría poder
desaparecer. Sólo por un poco de
paz. La sociabilización está
–definitivamente- sobrevalorada.
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