miércoles, 11 de junio de 2014

Sobre Ragnarök y las escobas


  De regreso a  Ragnarök, he estado el último tiempo abocada a mi Lista de Ángeles y Demonios, con mi ya sabida dificultad angélica que me hace abandonar y romper muchos de mis amagues insatisfactorios,  y al desarrollo de una pequeña serie de Brujas, sobre papel de dimensiones reducidas, con la idea de montarlas unas junto a otras sobre una misma pared.  Mis Brujas  están todas de espalda, con alguna “edificación” que las horada, mucha puerta, mucha arcada, mucho camino, fundiéndose hacia el interior o expandiendo hacia el exterior –según quién lo vea- de las sorciéres

  Aunque en este momento estoy  bocetando intentos que dejo intencionalmente a la mitad para luego escoger los que más se acerquen a la idea de conjunto del montaje, mi entorno viene soportando mi a veces –asumo- insoportable conversación monotemática tema: las brujas.  Así, fue casi obligado que un amigo viera en Facebook una convocatoria de arte vinculada a escobas y considerara que estaban tocando mi canción.


 La convocatoria realizada por Silvia Ariza (silviagracielaariza@gmail.com) y Zulma García Cuerva,  se denomina “Noches de brujas” y prevé una muestra en el mes de octubre  en el Salón de los Pasos Perdidos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, ese imponente edificio de empinadas escalinatas y altivas columnas vecino del Museo de Bellas Artes, en Recoleta.  La propuesta consiste en armar una escoba con cualquier material o intervenir desde una visión artística  una escoba o escobillón.  Mi amigo (todos mis amigos tienen un sentido del humor más raro aún que el mío, lo cual es decir…) me pasó la data  dispuesto a fastidiarme, ya que de buenas a primeras la idea de intervenir una escoba, para un dibujante como yo, no da –literalmente- mucho espacio de trabajo.  Pero será porque estuve hasta hace poco trabajando en El Portal de mi Lista de Ángeles y Demonios, será porque tengo una careta de papier mâché incrustada en el cerebro, será porque tenía que ser, apenas él me contó del evento yo vi mi escoba: La Escoba Enmascarada, una escoba veneciana, llena de dorados y pompones, que ocuparía a posteriori de este evento el centro de mi montaje de Brujas de espaldas horadadas. 


Al toque le pedí a Silvia por mail las bases y le confirmé mi participación.  Como atea confesa debo proclamar solemnemente que no creo en nada.  Pero creo en el destino, porque si no tendría que darle crédito a las casualidades, que dicen son el humor negro de dios.  Mi escoba enmascarada y universitaria era parte de Ragnarök desde antes de que yo supiera de su existencia (futura).

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